domingo, 24 de marzo de 2024

BOLONIA- ITALIA

 

Como ya os conté aquí, después de nuestra visita a los pueblos marineros de Portovenere y Lerici, y habiendo visitado Cinque Terre (nuestro principal objetivo en este viaje) y Milán, y habiendo decidido volver a España desde el aeropuerto de Bolonia, que para eso tenemos esa opción desde Cantabria, el último día nos fuimos en tren desde la Spezia hasta Bolonia. Teníamos que hacer transbordo en Parma y, aunque se suponía que nos daba tiempo de sobra, nuestro tren se retrasó y cogimos el siguiente por los pelos. Pero bueno, después de 3 horas y algo de viaje, llegamos felizmente a Bolonia. Yo había buscado una consigna donde dejar las maletas junto a la estación, así que lo primero que hicimos fue dejarlas, tomarnos un buen desayuno y comenzar una breve visita a una ciudad que nos encantó y a la que volveremos con más tiempo.

Yo tenía una lista de lo más importante en el centro histórico, así que sin dilación y móvil en mano, nos fuimos a la Plaza Mayor, pasando por la Plaza de Neptuno y su Fuente:

Detrás de la Fuente de Neptuno en la foto anterior, está el Palacio D'Accursio que actualmente alberga el Ayuntamiento:
En esta misma plaza está la Basílica de San Petronio, patrón de la ciudad. Es una de las iglesias más grandes del mundo. Existe la leyenda de que según su primer diseño iba a ser la primera, pero que el Papa lo prohibió. No hay ninguna prueba de ello, es más, hoy se cree que se hizo un proyecto demasiado grandioso, fuera de las posibilidades de Bolonia. Su fachada, revestida en mármol rosa y blanco en su parte inferior, está incompleta por ese mismo motivo. Eso sí, no hay duda de que ha tenido una gran importancia histórica, en ella fue coronado Carlos V:
Es enorme, muy luminosa y alegre:
Destaca el ciborio del altar mayor (templete sobre cuatro columnas y cúpula que protege el altar):
Aunque la entrada a la Basílica es gratuita, para subir al altar había que pagar algo, poco, no recuerdo cuánto la verdad, porque allí había varias obras de arte. Pagar para ver esto de cerca, las tallas de madera del coro que rodean el altar... mereció la pena:
Otra de las joyas es este órgano monumental. Es el más antiguo del mundo de los que han llegado a nuestros días. Está a la derecha del altar y hay otro más moderno a la izquierda:
La Basílica tiene 22 capillas laterales (imaginaos cómo es de grande) y una de las más famosas es la conocida como la de los Reyes Magos. Tiene vidrieras con episodios de la vida de San Petronio, pinturas que cuentan los viajes de los Magos, y a la izquierda una pintura que representa el Paraíso y el Infierno: además de monstruos-simios que se comen niños, hay muchos demonios y uno de ellos arrastra a Mahoma (pone su nombre debajo). El caso es que hay una visita guiada a esta capilla y se dice que hubo una intención de atentado, por parte de simpatizantes yihadistas, por este tema. Yo tengo foto pero no se ve muy bien 😩, así que prefiero no ponerla. La capilla es esta:

También tiene marcada en el suelo una línea Meridiana, la más larga del mundo.
Después de pasar un buen rato en esta enorme basílica, salimos de nuevo en busca de las llamadas Torres de Bolonia. Aunque hay muchas más, las que llaman así son la Torre Garisenda y la Asinelli, de 48 y 97,6 m de altura respectivamente. La más alta, la Asinelli, se puede visitar, se puede llegar a la azotea tras subir casi 500 escalones, y esa intención tuvimos pero ya no había entradas para la siguiente subida y no teníamos tiempo de esperar a la siguiente. No sé si me alegré... es que tiene una inclinación de 1,3 m respecto a la vertical 😓 (bueno, la otra está peor, con 3,2 m de inclinación). Pero nos perdimos las vistas...:
Al lado está el Palacio de la Mercancía, sede de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Artesanía, dónde siempre se han controlado las actividades económicas de Bolonia:
Algo que hay que ver en Bolonia sí o sí (incluso aunque no quieras), son los pórticos, los más largos del mundo, 40 km de preciosas arcadas. Con origen en la baja Edad Media, se construyeron con la intención de aumentar la capacidad de los pisos superiores ante la gran demanda de vivienda por parte de estudiantes e intelectuales que acudían a la famosa Universidad de Bolonia:
De los pórticos que vimos, que fueron bastantes (no tantos km, claro), los que me parecieron más bonitos, estaban en la Vía Farini. Creo que estas fotos que he seleccionado son de esa calle precisamente. Algunos destacan por su sencillez y su limpieza de líneas:
Otros por su profusa decoración:
Lo cierto es que en 2021 una parte de ellos fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y no me extraña, son dignos de ver.
Entre los muchos edificios que pudimos ir viendo callejeando por la ciudad, me gustó mucho la basílica de San Francisco, quizás por la diferencia entre su fachada claramente románica, su parte gótica, los campanarios medievales, las curiosas tumbas en el exterior,...:
Otro ejemplo de arquitectura religiosa es esta basílica de San Martino:
Su interior, luminoso y colorido, daba sensación de paz, de alegría,...:
Otras de las cosas curiosas que hay que ver en Bolonia son la puertas. Como toda ciudad medieval, Bolonia estaba rodeada de murallas protectoras y claro, se necesitan puertas para atravesar esos muros. Originalmente eran 12, pero sólo quedan 10. Nosotros fuimos hasta la Porta Saragozza o Puerta de los Peregrinos por donde pasaban en dirección al Santuario de Nuestra Señora de San Luca:
También vimos esta, la Porta Galliera, claramente reconstruida, muy cerca de la estación central, frente a la escalinata histórica que sube al parque de la Montagnola:
En resumen, nos encantó lo que pudimos ver del centro histórico hasta la hora de volver a la estación para coger un tren que, en 7 minutos, nos llevaría al aeropuerto, donde a las 19.00 cogeríamos un vuelo directo a Santander. Nos quedamos con ganas de más, así que la idea es volver un fin de semana y poder verlo todo, incluido el ambiente estudiantil, que en agosto apenas se notaba y, sin duda, será algo que caracterice a esta ciudad. 
A la vuelta, como siempre, disfrutando de las vistas:

viernes, 16 de febrero de 2024

PORTOVENERE Y LERICI- ITALIA

En este viaje que hicimos con el objetivo de ver Cinque Terre (aquí), en Italia, que, además, aprovechamos para pasar un par de días en Milán (os lo conté aquí), también nos habían recomendado ver Portovenere y Lerici. Así que, ni cortos ni perezosos, de buena mañana nos cogimos un autobús en la Spezia, donde pernoctábamos, y nos fuimos hasta Portovenere. Precioso pueblo, la verdad, perteneciente a la provincia de la Spezia y también declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Nos apeamos del autobús y bajamos al puerto. Caminamos por el paseo junto al mar:

Al final del paseo ya vimos la peculiar iglesia de San Pedro, con su franjas negras y blancas, de estilo gótico. Por dentro, eso sí, muy austera:

Por su lado derecho se accede a una terraza en el tejado de la iglesia y a una logia romana, a través de cuyos arcos se ve la famosa gruta de Lord Byron (el poeta inglés buscaba allí su inspiración 👌):

Por esa parte de la costa que se ve a través de los arcos, y pasando junto a la estatua de la Madre Naturaleza, descansando mientras mira el mar, llegamos hasta un mirador con magníficas vistas del Promontorio dell'Arpaia, con la iglesia de San Pedro y la gruta de Byron a sus pies. Seguimos subiendo, zigzagueando, y pasamos por la iglesia de San Lorenzo, continuamos la ascensión y llegamos a los molinos de Portovenere, dos torres circulares, restos de molinos de viento. Desde allí también hay una perfecta vista del promontorio de la iglesia de San Pedro:

Y llegamos al castillo Doria. Creo que nos costó 5 € la entrada a cada uno y esperábamos ver alguna exposición o... algo. Pues no. Sólo algunos 'jardines' y las paredes interiores y exteriores. Recorrimos todas las estancias y, por cierto, se me perdió una pieza de la cámara de fotos del tamaño de una uña y, como todo estaba tan limpio, lo encontramos, bueno, mi maridito lo encontró:

Alrededor, una muralla con ventanas abiertas al mar de Liguria:

Salimos del castillo y nos bajamos por el borde de la muralla hasta la calle principal del casco antiguo, la vía Giovanni Cappellini, llena de tiendas y restaurantes, en uno de los cuales comimos muy bien. Después de pasear un rato por allí, nos salimos por la puerta del Borgo, junto a la cual se conservan 3 piletas sin grifos de diferentes tamaños y formas que se usaban para pagar los impuestos en especie de las mercancías antes de entrar en la ciudad:

Y ya nos fuimos al puerto donde cogimos un barco para ir a Lerici. Antes, una última vista de este precioso pueblo de casas de color pastel que parecen formar una muralla de protección. En la foto, la Porta del Borgo a la derecha, las torres de la iglesia de San Lorenzo en el centro y el Castillo Doria encima. La iglesia de San Pedro estaría seguido hacia la izquierda: 

Y así es como cruzamos de costa a costa atravesando el Golfo de los Poetas (así que podemos decir que también hemos navegado por el mar de Liguria 😃). Por el camino, además de ser testigos del cambio de color del agua, también vimos la Torre Scola, un edificio fortificado (o lo que queda de él) sobre un islote, en medio de la nada:
La costa de la Spezia protegida por un rompeolas (Diga Foranea) de 2200 m de longitud:
Nos fuimos acercando a Lericil, reconocible por su imponente castillo encaramado en un monte a pie de puerto:
Desembarcamos (uuuuhhh) y nos fuimos a un ascensor que hay para subir desde el puerto hasta el castillo, no sin antes ver cómo tomaban el sol en lo que llaman acantilado, bueno, un muro de protección del puerto de Lerici:
Subimos en el ascensor hasta el castillo, una impresionante fortificación que funcionó como cárcel de máxima seguridad aunque hoy se utiliza para exposiciones temporales. Lo mejor de todo, sus vistas:

Dentro del castillo, la Capilla de Santa Anastasia:
Su altura y su estratégica posición, nos permite esta vista, con el archipiélago de Spezzino al fondo (de derecha a izquierda, las islas de Palmaria, Tinos y Tinetto, la más pequeña):
Nos bajamos del castillo, esta vez zigzagueando por un senderillo a un costado de la construcción, y nos dimos una vuelta por el pueblo. Enseguida estábamos en la plaza Giuseppe Garibaldi, la principal del centro histórico y en una esquina el oratorio de San Rocco, donde se conservan importantes obras pictóricas:
Más arriba, la iglesia de San Francisco de Asís o de Nuestra Señora de Maralunga. Por fuera parece sencilla, no demasiado atractiva...:
...Pero por dentro es una autentica joya, llena de esculturas en sus muchas capillas laterales, frescos (quizás algo desgastados), un enorme órgano y una pequeña vidriera en la nave central a través de la cual se ve a S. Francisco y de la que yo no conseguí hacer una foto decente😪:
Nos bajamos de nuevo a la plaza Garibaldi, donde tomamos un refresco y ya fuimos en busca de una parada de autobús que nos llevara de nuevo a la Spezia. No fue fácil entender dónde teníamos que comprar el billete (al final un señor muy amable nos acompañó al estanco más próximo, que, por cierto, no lo estaba tanto 😅...)
Y así, en la Spezia, dando un paseo por la parte alta y cenando después, nos despedimos de Cinque Terre. Al día siguiente cogeríamos un tren a Bolonia donde pasaríamos unas horas antes de coger el vuelo para Santander. Nos encantó Bolonia. Pero esto es otra historia.... 


lunes, 22 de enero de 2024

CINQUE TERRE, ITALIA

 


Bueno, después de pasar un par de días en Milán, como os conté aquí, nos fuimos a Cinque Terre en tren, mi objetivo principal de este viaje. Salía de la Estación Central de Milán a las 12:10 y en poco más de 3 horas recorrimos los 160 km que nos separaban de la estación central de la Spezia, capital de la provincia del mismo nombre donde se sitúan los pueblos de Cinque Terre. La Spezia es donde hay más opciones de hospedaje, así que se convirtió en nuestro 'centro de operaciones'. Nuestro apartamento estaba justo al lado de la estación, así que enseguida nos instalamos y salimos a ver la ciudad. 
Por ordenar las fotos he decidido poner las que nos hicimos aquí, en la Spezia, al final, en lugar de ir entremezclando.

Al día siguiente, cogimos allí mismo el tren para visitar Monterosso al Mare, el más alejado de los 5. Está situado en un pequeño golfo y tiene la playa más grande de Cinque Terre, playa Fegina: 
Subimos a la Torre Aurora, que separa la parte antigua de la más moderna. Encima, la estatua de San Francisco de Asís. Las vistas desde allí, hacia los dos lados de la costa, excepcionales:
Siguiendo el mismo sendero, llegamos al convento de los Padres Capuchinos y bajamos hacia el otro lado, donde está la parroquia de San Juan Bautista con su torre y la plaza bajo las vías del tren:
En esta parte también hay una pequeña playa con varios negocios de excursiones en barco:
Regresamos al otro lado por un pequeño túnel que cruza por debajo del sendero por el que habíamos subido y paseamos hasta el otro extremo de la playa Fegina donde está la imponente estatua del Gigante, que representa al Dios Neptuno, pero que tras varios bombardeos y por la fuerza del mar ha ido perdiendo algunas de sus partes:
Volvimos a la estación del tren para continuar con nuestras visitas. Nuestro siguiente destino: 
Vernazza
Creo que este es uno de los más bonitos (de hecho, lo escogí para la portada de este post). Para cuando hacemos viajes de este tipo, yo ya me lo he preparado, como siempre cuento, y ya tenía las fotos de estos pueblos en mi retina, por lo que al bajar del tren ya sabía dónde teníamos que ir. Bajamos las escaleras, la calle en cuesta y estábamos junto al mar. Fuimos lo primero al espigón del puerto para ver el pueblo desde esa perspectiva:
Desde allí, subiendo escaleras serpenteantes, llegamos al castillo Doria (en la foto anterior, la torre que se ve a la derecha, en lo más alto). Las vistas ofrecen otra visión del pueblo, del puerto y de la forma en que aprovechan las empinadas laderas para sus cultivos de viñedos principalmente, sostenidos por numerosos muros de piedra seca 😲:
También se alcanza a ver el pueblo del que veníamos, Monterosso al Mare, entre una línea costera increíble:
Visitamos la iglesia parroquial de Santa Margarita de Antioquía, erigida, en un segundo intento, sobre una roca pegada al mar. Dice la historia que allí apareció una caja con huesos de la mano de la santa flotando. Los habitantes construyeron la iglesia en otro lugar pero una tormenta la destruyó y la reliquia se perdió. Tiempo después apareció en el mismo lugar y ya la construyeron ahí. Por dentro es muy oscura, un poco lúgubre, la verdad:
Pero las vistas desde sus ventanas....:
Buscamos un sitio donde comer, tarea nada fácil, a esas horas ya había muuuucha gente por el pueblo y todos teníamos hambre. Conseguimos comer en una terraza una cosa típica de allí, un cucurucho de fritos de pescado, muy ricos:
Ya con fuerzas renovadas, subimos por un paseo que hay como por encima y detrás de la iglesia de Santa Margarita, justo al borde de los escarpados acantilados. ¡Qué decir de las vistas...!:
Anduvimos un tramo de ese sendero, que va desde Vernazza hasta Monterosso al Mare (de hecho hay un sendero que a lo largo de 12 km une los 5 pueblos, el sentiero Azzurro o azul, que me hubiera encantado hacer, pero según la época o si ha habido algún derrumbe, siempre hay algún tramo cerrado y además por el calor... pues quedó pendiente... ¿o quizá... suspendido?😕).
Bajamos de nuevo al pueblo y antes de marchar, nos comimos un rico helado. El calor...:

Nuestro siguiente destino: 
Corniglia.
Este es, sin duda, el que menos nos gustó. Según bajamos del tren, un paseíto y a subir la amplia escalinata Lardarina en zig-zag, con sus 377 escalones repartidos en 33 tramos. Nosotros y muchos más (fijaos en la parte de abajo de la foto):
Es el único pueablo de los 5 que no tiene acceso directo al mar. Está encaramado en un promontorio a 100 m sobre el nivel del mar. Subimos hasta llegar a una especie de terraza-mirador desde donde podíamos ver el pueblo que íbamos a visitar al día siguiente, Manarola (en la foto anterior se puede apreciar mejor la distancia):
Y hacia el otro lado había una bajada por una estrecha escalinata, a lo que ellos llaman playa (pero que a mí, que soy de Cantabria, me cuesta, la verdad), apenas unas piedras a ras de agua, pero también se veían los pueblos que habíamos visitado ese día:
Visitamos la Iglesia de San Pedro y pasamos otro rato callejeando, viendo algunos negocios con encanto:
Para bajar de nuevo a la estación del tren, tuvimos la suerte de pillar un mini-autobús que hace el recorrido desde el pueblo por una estrecha carretera, por no bajar otra vez la Lardarina. Por ese día ya habíamos hecho suficiente turismo. Nos fuimos a la Spezia para ducharnos y salir a cenar, ver un poco el ambiente y recogernos, que al día siguiente continuaba nuestro recorrido. Manarola nos esperaba...
Manarola también me encantó.  Llegamos sobre las 9 de la mañana y el colorido pueblo estaba empezando a desperezarse. Los lugareños abrían sus negocios, se saludaban,...:
Y echaban sus barquitas (aparcadas a la puerta) al agua. No creo que olvide nunca esta imagen, cómo un señor ató su barca a una cuerda y por un sistema de un cable y simples poleas fue primero acercando y después deslizándolo hasta el mar. Con suavidad, tranquilamente, como algo muy practicado, para después salir a mar abierto, librando las rocas con calma :
Nos fuimos hacia la derecha, por un sendero que bordea el acantilado y con esta vista del pueblo:
Hacia la otra parte, además de barquitos de vela surcando las tranquilas aguas del mar de Liguria, perspectiva del pueblo del que acabábamos de venir, Corniglia:

Más tarde, ya desde el pueblo, tuve que volver sobre mis pasos porque no había visto la estatua del vino y ya después de ir por la otra parte hasta un pequeño embarcadero, nos fuimos a la estación del tren. El último pueblo de Cinque Terre nos esperaba...
Riomaggiore está también entre mis favoritos, quizás en el primer puesto.
Es también muy colorido, aferrado a la ladera, asomándose al mar desde donde puede:
En esta ocasión, primero fuimos hacia la izquierda, saltando entre rocas, pero viendo el color del pueblo reflejado en las tranquilas aguas, remanso donde descansan las barcas de los lugareños:
Por encima de esas rocas y pegado a las casas, hay un sendero que conduce a otro embarcadero (además del tren, otra forma de visitar estos pueblos es llegando en barco, por carretera es muy complicado, son muy estrechas, con muchas curvas, falta de aparcamiento, totalmente desaconsejado, sobre todo en temporada alta) y continuamos hasta ver lo que llaman la playa de Riomaggiore (me cuesta, me cuesta 😅...). Eso sí, el agua de un color y transparencia envidiable:
Hacia la otra parte del pueblo, veíamos a gente y parecía imposible acceder hasta allí. Pues nada, subiendo por unas escaleras por el borde de las casas se accede a una calle por la que subes al castillo medieval y a la iglesia de san Roque y un poco más adelante, ya bajando, la iglesia de San Juan Bautista:
El pueblo está muy cuidado y tiene rincones de mucho encanto:
Pequeñas iglesias:
Pasamos por la plaza Vignaioli, pequeña, desordenada, con un enorme mural sobre uno de los edificios  con imágenes relacionadas con el vino y con este único balcón por donde asomarse al mar:
Paseamos otro rato por el pueblo y ya nos fuimos a un túnel decorado con motivos marinos que desemboca directamente en la estación del tren:
Y esto fue nuestro turisteo de 2 días por los 5 pueblos que conforman la franja de Cinque Terre, en la Riviera italiana: 
  • Monterosso al Mare
  • Vernazza
  • Corniglia
  • Manarola
  • Riomaggiore
Por la tarde estuvimos por La Spezia. 
Tengo que decir que tuvimos mala suerte con los museos en esta ciudad, no pillamos ninguno abierto, algunos de ellos importantes, como el Museo Técnico Naval o el Museo Cívico Prehistórico ubicado en el Castello San Giorgio:
Estuvimos a las puertas de ambos pero estaban cerrados...🙈.
Pero vimos otras cosas. 
El primer día nos acercamos al Puerto Mirabello, con un moderno puente peatonal, que une la ciudad con un importante embarcadero con yates y barcos de todos los tamaños. Desde allí vimos como zarpaba un crucero, el mismo barco en el que viajamos nosotros hace algunos años, aunque no hicimos el mismo recorrido. Nos hizo como ilusión...:
Cerca de nuestro alojamiento estaba la Plaza Benedetto Brin, una de las más importantes de la ciudad, aunque últimamente parece estar ocupada por personas no muy recomendables. En el centro y delante de la iglesia de Nuestra Sra. de la Salud, está la Fuente de las Voces, una escultura de más de 7 m de altura recubierta de mosaicos:
Por la noche salíamos a cenar y después paseábamos. Así llegamos a la Plaza Verdi, con sus coloridos arcos geométricos y bancos rodeados de agua dando sensación de islas relajantes. Muy chulo por la noche:
Para tomar algo primero y para cenar después, buscábamos recomendaciones entre calles un poco alejadas del centro, que siempre era más fácil:
Siempre cenamos muy bien, buscando cosas típicas como estos trofies o trofiettes con pesto. Deliciosos:
Los postres tampoco se nos resistían...:
El último día nos fuimos por la parte alta de la ciudad, desde donde se apreciaba perfectamente cómo se había construido entre mar y montaña, con un importante arsenal militar a un lado del golfo y el puerto mercantil al otro (es uno de los más importantes de Italia) y con grandes avenidas que conducen directamente al mar :
Y todos los días, en algún momento, nos pasábamos por los jardines públicos donde está la estatua ecuestre de bronce de Giuseppe Garibaldi, con su caballo encabritado o rampante: 
Al día siguiente, viernes, nos fuimos a ver otra recomendación que teníamos, otros 2 pueblos que, aunque no forman parte de Cinque Terre, son también muy bonitos: Portovenere y Lerici. Esta vez, utilizamos un autobús y un barco como medios de transporte. Pero esto es otra historia..., que, por cierto, os cuento aquí 😉